La tristeza es una emoción natural. Todos la sentimos en algún momento: después de una pérdida, una decepción o un cambio importante en la vida. Aunque puede ser dolorosa, la tristeza suele ser transitoria y nos permite adaptarnos a lo que vivimos.
La depresión, en cambio, es más profunda y persistente. No se trata solo de “estar de bajón”, sino de un trastorno que impacta en la forma de pensar, sentir y actuar. Puede afectar el rendimiento en el trabajo o en los estudios, las relaciones y la capacidad de disfrutar de la vida.
¿Cómo distinguirlas?
- Duración: la tristeza suele mejorar con el tiempo, la depresión permanece más de dos semanas.
- Impacto: la tristeza no impide seguir con las actividades, la depresión limita la vida cotidiana.
- Síntomas adicionales: la depresión puede traer insomnio o exceso de sueño, cansancio extremo, pérdida de interés, cambios en el apetito, sentimientos de culpa y pensamientos de desesperanza.
¿Cuándo pedir ayuda?
- Cuando el malestar dura semanas sin mejorar.
- Cuando ya no hay motivación para lo que antes daba alegría.
- Cuando la tristeza se acompaña de aislamiento, falta de energía o pensamientos de no querer vivir.
En estos casos, hablar con un profesional es clave. La depresión sí tiene tratamiento y buscar ayuda no es signo de debilidad, sino de autocuidado.
Un recordatorio importante
Sentir tristeza es parte de la vida, pero vivir con depresión no debería serlo. En Fundación Primer Paso acompañamos a personas y familias en este proceso, ofreciendo orientación y espacios de escucha profesional. Si sospechas que puedes estar atravesando algo más que tristeza, no dudes en dar el primer paso hacia tu bienestar.
