Desde Fundación Primer Paso trabajamos cada día por un modelo de atención en salud mental centrado en las personas, en sus derechos y en sus proyectos de vida no en los muros de una institución.
El debate sobre la reforma del sistema de salud mental en España no es solo técnico: es ético, social y profundamente humano. Nos interpela como sociedad y nos obliga a repensar cómo cuidamos, acompañamos y respetamos a quienes atraviesan situaciones de sufrimiento psíquico.
Hablar de desinstitucionalización no es abandonar, es construir apoyos reales en la comunidad.
No es reducir atención, es cambiar el enfoque: de custodiar a acompañar, de encerrar a incluir.
Es reconocer que toda persona tiene derecho a vivir con dignidad, autonomía y participación.
Hoy, muchas personas siguen siendo ingresadas contra su voluntad, alejadas de sus entornos y privadas de decidir sobre sus vidas. Esta realidad vulnera derechos fundamentales y perpetúa un modelo que prioriza el control sobre el cuidado, el encierro sobre la escucha. No podemos normalizar lo inaceptable.
La reforma del artículo 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que regula los internamientos involuntarios, debe ser un punto de inflexión. No basta con cambiar una ley: es necesario transformar el paradigma. Debemos pasar de un sistema que decide por las personas a uno que construye con ellas, reconociendo su capacidad de decidir y de vivir con apoyos, no con imposiciones.
Desde Fundación Primer Paso creemos firmemente que la salud mental debe abordarse desde el respeto a los derechos humanos, con recursos suficientes, profesionales formados, y redes comunitarias fuertes y accesibles. Apostamos por viviendas con apoyos, atención cercana, dispositivos flexibles y la presencia activa de las personas en sus propios procesos de recuperación.
- El futuro de la salud mental será comunitario… o no será.
- La dignidad no se posterga, ni se encierra, ni se delega.
Avanzar hacia un modelo comunitario no es una utopía: es una necesidad urgente y una obligación ética. Requiere compromiso político, inversión pública sostenida y una voluntad real de poner a las personas en el centro.
Seguiremos impulsando este cambio desde la acción diaria, la escucha activa y la convicción profunda de que otro modelo no solo es posible, sino imprescindible. Porque cuidar no es controlar; cuidar es acompañar desde la libertad y el respeto.
